Solo es perfecto
Uno de los innumerables puntos
Que transforman sin tregua
Lo
existente
Pero ese punto tiene un vicio (oculto)
El punto que cierra
Es el que da la muerte
A los enfermos de la perfección
El amor da sin embargo
Una perfección, que no muere
Pues el amor verdadero
Es la combinación imperecedera
De lo perfecto y de lo muerto
En un punto determinado de la historia
(De toda historia de amor)
Cuando los palacios están incendiados
La escritura perdida, el oro inhallable
Los hijos abandonados, la familia aborrecida
Elegimos la perfección contra la fuerza
Si la fuerza sueña una expansión indefinida
La perfección no puede
Debe restringir siempre el círculo
Cerrar el iris
Abandonarse a una larga, minuciosa (extática)
Exposición
Al deseo de una lámina
A un tiempo afilada y veloz
Que guillotine
En ese punto
En ese preciso (imperecedero) instante
El Deslumbre
La imagen que se abre como el grano de la espiga
(Divina eclosión)
Bromío
Ergot
Quien regresa de ese punto
(Negro tu pelo de trigal carbonizado)
Ríe y llora como todos
(Pero, no ya como débiles presagios
De temblequeante humanidad)
Porque nuestra risa y nuestro llanto
Habrán vivido siempre después de lo perfecto
Y más allá de la muerte…
En ese entonces
Acompañado por el dios infatigable
Yo era un sonido y una antorcha
Y vos esa chiquilla
(¿Hija, corazón, irías a recoger un poco de azafrán
para tu madre?)
Que por una rasgadura de la túnica
Dejaba asomar una tetilla
Luz pura de pleno verano
Lágrima que ríe
Esa eras vos
La madre y la hija
Inseparables
Texto: Eduardo Magoo Nico
Foto: Gustavo Piccinini.
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